
Monumento en honor a Zhang Ju Zheng
De entre las infinitas cosas que me sorprenden de China (recalquemos lo de «infinitas»), una es lo poco que el contexto delata a veces (ya veréis, al final del artículo, la estampa a la que me refiero en este momento). Otra cosa es su capacidad de hacer bello algo con pocos recursos: quizá sea que al resultarme exótico lo encuentre más bonito de lo que un paisano oriental podría apreciarlo, pero, sin duda, su utilización de la naturaleza (árboles, césped, arbustos, ordenados de la manera precisa) en combinación con los colores apropiados (rojo anaranjado y negro en contraste con tonos claros, por ejemplo) y la sencillez de la distribución (un poco más y me saco el máster en opinóloga en cosas que no entiendo) hacen de cualquier pequeño recinto algo atractivo para el visitante, pese a su humildad.
Homenajes
Los edificios monumento dedicados a personas con algún papel importante en la historia, ya fueran escritores, ideólogos o políticos (incluso guerreros), son comunes en China. Pueden hacérseles homenajes a partir de sus antiguas residencias o convirtiendo el lugar de su entierro en el monumento en sí. Por ejemplo, hay un memorial en Jingzhou (Hubei) dedicado a Zhang Ju Zheng, un hombre nacido en el siglo XVI, en lo que ahora es esta misma ciudad (antes, Jiangling), que fue Gran Secretario (o Primer Ministro de facto, diríamos ahora, más o menos) durante la última parte del reinado de la dinastía Ming. El recinto en su honor se encuentra situado junto a un templo budista llamado, en pinyin, Puti (sí).

Interior del recinto
El acceso es gratuito y su espacio tiene forma rectangular: tras el edificio de entrada, otros cierran los costados laterales y, al fondo, una pared de árboles lo separa del templo nombrado. Desde el final de las escaleras de la entrada, unas viejas baldosas, enmarcadas por el verde de la vegetación y algunos altos edificios en el horizonte, nos llevan hasta la figura dorada del homenajeado, que preside el centro del recinto ante un pequeño puente. Bajo él, hay unas aguas estancadas que, curiosamente y a pesar de su color, no despiden ningún hedor.
En el edificio del lado derecho, hay un pequeño recorrido por la biografía y los logros de este Gran Secretario a través de varias paredes cubiertas por explicaciones en grafías chinas (mi más sincero respeto por el occidental que las entienda) e imágenes.
La tumba de Zhang Ju Zheng
Finalmente, la parte opuesta a la entrada, de aspecto más noble y pretérito por sus estatuas custodiando entre la vegetación, aunque algo descuidada, contiene la razón del memorial: la tumba simbólica de Zhang Ju Zheng. De nuevo, un camino de baldosas (más robustas que las anteriores y de mejor calidad) avanza entre dos flancos presididos por distintas figuras que simbolizan, como contenedoras de espíritus, la protección que recibe lo valioso allí presente: las ropas, y no sé si más pertenencias, del Gran Secretario, enterradas bajo el gran montículo de tierra del fondo, cubierto de césped y rodeado por un pasillo de baldosas. Ante la tumba, vertical, se encuentra su epitafio, que cita sus títulos y su nombre. Al otro lado, como decía, un templo budista. Desde luego, una colocación privilegiada por su estatus social.
Contexto del monumento
Estatus que, sin perder la línea de los contrastes de China, no tiene la zona en la que se encuentra. Es esta la calle, el contexto, que hay frente al monumento:
China sorprende. Siempre. Y, con sus cosas, engancha.
Algo muy parecido a estas conmemoraciones, por su estilo y por ser también lugar de culto, son los templos. En Jingzhou, puedes encontrar algunos como el budista de Zhanghua o el taoísta de Kai Yuan. Y ya no solo templos, sino también alguna colosal estatua como esta de Guan Yu.
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El Museo de Jingzhou (Hubei)
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