
Gran Buda de Leshan
Sus toneladas de piedra son por sí mismas una razón para pasarse por la provincia de Sichuan. El Gran Buda de Leshan, o Leshan Dafo, es, en mi opinión, una de las visitas sine qua non de China, casi a la altura de su Gran Muralla, y una oportunidad perfecta para acercarse también a la ciudad de Chengdu y a sus pandas. Además, está considerado, junto con su entorno paisajístico, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1996. Desde luego, no se trata solo del espectáculo de la estatua gigante de Buda, sino de la naturaleza que lo acompaña y de templos y torres que no se suelen nombrar.
Contenidos
Qué es
El Gran Buda de Leshan (Lèshān Dàfó o 乐山大佛) fue construido durante la dinastía Tang en el siglo VIII. Está esculpido en una ladera del monte Lingyun y frente a él tiene la unión de tres ríos: Min Jiang, Dadu y Qingyi. He ahí la razón de su construcción: el monje que la ordenó pretendía que el Buda protegiera los barcos que surcaban sus aguas, así como que evitara la inundación de las aldeas colindantes. El resultado son más de 70 metros de altura y más de 28 metros de ancho de hombros. Representa a un buda Maitreya que, sentado, reposa las manos sobre sus rodillas y mira hacia el agua, que tiene a apenas unos metros de sus pies.
Cuándo ir
Aquí entran dos elementos sagrados de los que ya hablamos en Cómo sobrevivir en China sin saber chino o en las Grutas de Longmen: la aplicación Amap y otra que sirva de traductor (Dear Translate, por ejemplo). En primer lugar, para saber el horario. Podríamos guiarnos por lo que se dice por Internet, pero nunca se sabe cuándo puede sobrevenirnos un sustillo por desactualización. Así que vamos a ello:
- Copiad y pegad el nombre en chino desde Google… O desde una servidora que ya lo ha hecho: 乐山大佛.
- Pegadlo en Amap.
- Dadle a lo primero que sale y comprobad que su foto se corresponda (ay, lo de no saber chino…).
- Haced una captura de pantalla donde parezca haber números relacionados con el horario.
- Traducid la captura de pantalla en nuestra aplicación mágico-traductora.
En octubre de 2019, se corresponden los horarios de apertura señalados por Amap con los que había en el momento en que nosotros lo visitamos (mayo):
Del 8 de octubre al 31 de marzo: 8:00-17:30
Del 1 de abril al 7 de octubre: 7:30-18:30
Todos estos sitios turísticos suelen tener unos horarios muy parecidos y no tiene por qué haber variaciones, no al menos significativas, de un año para otro. Aun así, ya habéis visto que el proceso de comprobarlo es muy sencillo. Y lo podéis aplicar a cualquier otra búsqueda.
¡Huye de las zonas turísticas en China durante las fiestas nacionales!
Aplicad siempre que os sea posible esto siguiente también: evitad las fiestas nacionales chinas. Es una regla de oro para acercarse a cualquier lugar en este país. Cada vez que hay alguna festividad nacional (como de Año Nuevo Chino, Día Nacional de China -que son siete, no uno-, Día del Trabajador, etc.), todo colapsa. Buena parte de los habitantes del país, que no sé si recordamos con plena consciencia que son millones y millones, aprovechan para viajar. Visitamos estas grutas durante una de las fiestas nacionales, por no poderlo hacer en otro momento. Y, como ya preveíamos, fue una locura. Había cola de horas para bajar a los pies del Buda (pero de eso hablaremos luego).
Es decir: si podéis, venid en días laborables y entresemana, porque siendo China podéis encontrar muchísima gente hasta en fines de semana que no sean festivos.
Cómo llegar
El Gran Buda de Leshan se encuentra, como el nombre indica, en la ciudad de Leshan. Si tenéis algo de tiempo disponible, podéis hacer noche en Leshan y visitar también el monte Emei (para el que necesitaréis un día, en el más rápido de los casos). Si tenéis poco tiempo, lo más recomendable es pasar la noche en Chengdu e ir por la mañana a Leshan. Para eso, hay dos opciones: en autobús o en tren.
En autobús
Los autobuses a Leshan salen desde la estación de Xinnanmen, que también tiene una parada de metro. Para llegar hasta Xinnanmen, podéis hacerlo en metro, autobús o taxi (esta opción siempre es la más rápida, cuando el metro no pilla muy cerca, y es barata). Sabréis cómo, estéis donde estéis, siguiendo estos consejos. Una vez en la estación de autobuses, necesitaréis los pasaportes (como siempre) para reservar. Es posible que la persona que os atienda hable el inglés básico (x personas, ida, ida y vuelta… y para de contar), pero Leshan Buddha o Dafo, hable inglés o no, lo entenderá. Y el idioma de signos, señalando horarios, también.
Los horarios y precios están publicados aquí. Cada uno de nuestros billetes a Leshan costó 46 yuanes (RMB), que son menos de 6€ y el recurrido fue de unas dos horas y media. Por si acaso los horarios variaran y existiera la posibilidad, no estaría mal ir el día de antes a comprarlos (o pegarse el madrugón) y asegurarse de las horas de salida, tanto de ida como de vuelta. Luego explico por qué.
Una vez en Leshan, se puede coger un autobús hasta la entrada al recinto del Buda Gigante, pero, para ahorrarnos tiempo y sabiendo de lo baratos que son, es altamente recomendable coger un taxi, que en apenas unos minutos os dejará muy cerca de la entrada.
En tren
Una opción muchísimo más rápida que el autobús es ir en tren. El precio es similar al del autobús, pero es bastante más rápido (cerca de 45 min.), cómodo y seguro. Además, puedes consultar todos los horarios desde Trip y reservar en línea (aunque con comisión) o en la estación.
¡Atención! Evitad nuestro drama
¡Muchísimo cuidado! Si no quieres vivir una «mini» pesadilla como la que experimentamos nosotros, reserva con cierta antelación tus billetes de ida y vuelta. Sabíamos que con la cantidad de chinos que viajan en fiestas nacionales corríamos el riesgo de quedarnos sin billete, pero nos confiamos por varias razones: podíamos ir tanto en autobús como en tren, y comprobamos (la misma mañana) muchas veces los billetes disponibles en Trip y quedaban muchísimos y a muy distintas horas. Es decir, que la única posibilidad de que se agotaran ambos transportes y en sus muy variados horarios consistía en que se juntara una marabunta de cientos y cientos de personas y que reservaran ese mismo día. Sucedió.
Habíamos ido por la mañana a comprar el billete de autobús y no hubo ningún problema. No quisimos comprar el de vuelta por no saber cuánto tiempo nos llevaría, y tampoco compramos el de tren por la misma razón. ¿Qué sucedió? Que terminamos la visita del Gran Buda de Leshan ni más campantes, llegamos en taxi hasta la estación de autobuses y allí nos llevamos la gran sorpresa. No quedaban plazas de autobús de vuelta a Chengdu. Comenzaba nuestro drama. Miramos los trenes en Trip: tampoco quedaban. Nos acercamos a una trabajadora de la oficina de ventas de la estación de autobuses y no solo no nos dio ninguna solución, sino que hasta se mostró molesta por haberle preguntado sobre si existía cualquier otra posibilidad de transporte. O molesta por habernos simplemente dirigido a ella.
En Leshan, sin posibilidad de transporte hasta Chengdu
Y en Chengdú era donde teníamos nuestro hotel reservado y todas nuestras cosas. Creo que nunca nos llegamos a preocupar de verdad, porque viajando nos han pasado toda suerte de cosas surrealistas y siempre nos las hemos acabado apañando, aunque haya sido de aquella manera. Nuestra solución: salimos junto al asfalto y empezamos a parar taxis para negociar una vuelta a la ciudad de los pandas. Alguno se rio por nuestra oferta y se fue. Al final, conseguimos un precio más que justo: 500 yuanes por las, en teoría, tres horas hasta Chengdu, que son unos 63 euros.
Pero el drama continuó. Nos esperaban varias horas de carretera (sin perder de vista el modo de conducción chino, que es poco menos que altamente mortal) y el taxi no tenía cinturones en sus asientos traseros. Pero el colmo fue el tráfico. Lo que iban a ser menos de tres se convirtió en unas cuatro interminables horas de viaje. De nuevo, por ser fiesta nacional.
Conclusión: hay que reservar también la vuelta, y no en autobús si es national holiday (por el tráfico), sino en tren.
La visita
Después de haber pagado la entrada, que cuesta 80 yuanes (10€ aprox.), resta un trecho hasta la entrada al parque. Si queremos reservar las fuerzas, se pueden coger unos pequeños vehículos tirados por un conductor en bicicleta, pero nosotros no lo hicimos hasta la vuelta.
Antes del Gran Buda
Aunque el Gran Buda de Leshan se lleva todo el protagonismo, alrededor de él hay otros puntos de interés que forman parte del mismo parque y que también merecen nuestra atención. Por ejemplo, antes de llegar al Buda Gigante, nos encontramos construcciones como:
Templo de Lingyun (Lingyun Temple)
Está en la cima de la montaña del mismo nombre y tiene otro buda de gran tamaño, por lo que también se llama Templo del Buda Gigante (Temple of Giant Buddha). Es impresionante que ya existiera antes que la famosa figura gigante del Buda de Leshan, con lo que cuenta con más de 1300 años. No obstante, aunque fuera construido inicialmente durante la Dinastía Tang, ha sido destruido y vuelto a construir varias veces.
La Cueva de las anotaciones de I Ching (Cave of I Ching Annotation)
Según cuenta la leyenda, es el lugar en el que un hombre llamado Anyou hizo unas anotaciones durante la Dinastía Ming sobre I Ching o Libro de los cambios (Book of changes). Más tarde, el magistrado o político Yuanzi mandó grabar la imagen y el texto de I Ching en cinco estelas que erigirían en esta cueva, donde permanecen todavía hoy. [Esta información es la que hay en los carteles informativos de allí, pero no dan fechas. Aun así, la Dinastía Ming gobernó entre los siglos XIV y XVII].
El Buda desde arriba
Después de las anteriores visitas y de otras que vosotros mismos podréis descubrir entre la naturaleza y mares de gente, llega el gran momento. De hecho, llega incluso antes de lo que podríamos esperar. De repente, vemos una aglomeración espectacular que no puede ser otra cosa que la expectación causada por la enorme figura del Buda. Hay que acercarse hasta allí, hasta los barrotes que nos separan de los acantilados, para poder ver desde arriba la colosal estatua del Gran Buda de Leshan.
Creo que no existen palabras para describir esa sensación. Es impresionantemente GIGANTE. Podría aplastarnos con menos de la mitad del dedo pequeño de cualquiera de sus pies. O con un trocito de oreja. Es muy, muy difícil decidirse a quitarle por fin la vista de encima y continuar con la visita. Quita el aliento. De hecho, hice tantas fotos que me es complicado decidirme por alguna, pero no porque sean todas espectaculares, sino porque ninguna le hace justicia.
Escaleras hasta los pies del Gran Buda de Leshan
Hay una forma de bajar que tiene que ser entre agotadora y espectacular. Son los cientos de escalones que bajan en zigzag hasta los también colosales pies de la estatua. Digo que «tiene que ser» porque, evidentemente, no lo hicimos. No sé si apreciáis la cantidad de gente que aparece en las fotos. Pues no era ni la mitad de la que había, porque detrás de la cabeza del Buda y justo a mi alrededor y a mis espaldas había todavía más. Y todos, absolutamente todos, estaban haciendo cola para bajar. Es decir, que ya para otro año. Si acaso. Creo que es mucho más interesante invertir esas horas (tres horas no te las quita nadie en festivos) en recorrer la zona y en verlo de frente en barco. Enseguida hablaremos de eso.
El recorrido
Después de asumir que había que dejar al Buda atrás, finalmente, continuamos el paseo. La aventura acababa de empezar. Si bien la distancia en línea recta hasta el final de la visita pueda ser breve, las interminables subidas y bajadas de escaleras llevan mucho tiempo. Eso sí, las acompaña un paisaje verde precioso.
Capital del Buda Oriental (Oriental Buddha Capital)
Mucha gente visita el parque temático Oriental Buddha Capital, que se encuentra justo al lado del recinto del Gran Buda de Leshan, pero no fue nuestro caso. Se trata de un lugar con variadas figuras y tamaños de Buda, incluso algunos muy espectaculares, como el del Buda tumbado. Pero es falso. Es decir, diría que es artificial, pero, al fin y al cabo, todo lo construido por el ser humano es artificial. La cuestión es que el Gran Buda de Leshan es auténtico por la parte en que fue construido con fines religiosos en el siglo VIII. La gente creía en ello y puso su empeño y su fe en su construcción. Tiene una historia muy rica y extensa detrás.
Sin embargo, el parque del Oriental Buddha Capital es de los noventa. ¿Dónde queda la autenticidad? Me parece, más bien, que hubo unas personas que vieron el potencial económico que tenía el lugar histórico en el que se encontraban y quisieron sacar partido construyendo figuras de la misma temática junto a él. Entonces, si es el arte lo que puede interesarte en una visita de esta índole, adelante. Pero si es el interés histórico y la curiosidad por los lugares auténticos, no creo que haya necesidad de visitarlo (porque gratis tampoco es).
Aldea, el Puente de Haoshang y las Tumbas de Mahao
Ya después de muchas subidas y bajadas, antes de cruzar a la otra orilla del puente de Haoshang (o Haoshang Bridge), nos encontramos con una pequeña aldea (por llamarlo de alguna manera). Durante un buen trecho, avanzaremos por el camino con multitud de tiendas de souvenirs y puestos de comida a nuestro alrededor. Lo de los barreños con agua son peces y otras criaturas marinas que tienen esperando a convertir en comida fresca.
Enseguida y justo antes de cruzar el Puente de Haoshang, hay un recinto que contiene tumbas excavadas en la montaña, es decir, en el interior de cuevas. Era una costumbre funeraria popular durante la Dinastía Han del Este en la provincia de Sichuan. Estas tumbas (Mahao Cliff Tombs) están distribuidas entre la montaña de Lingyun y la de Wuyou. Además, podemos ver en su interior algunas esculturas, como perros guardianes o caballos.
Justo al salir de allí hay un paisaje espectacular que ya habremos estado viendo durante un buen trecho, desde lejos. Es el precioso Puente de Haoshang, que nos une con la última parada de nuestra visita: el Templo Wuyou, para el que tendremos que seguir poniendo empeño en escaleras.
Templo de Wuyou
Wuyou Temple, llamado antes Templo de Zhengjue, fue fundado por el monje Huijing durante los períodos Zhide y Qianyuan de la famosa Dinastía Tang. La mayoría de sus actuales templos-salones, como la Sala de los Reyes Celestiales (Heavenly Kings), la de Amitabha, la de Mahavira, la de Avalokitesvara, la de Wuyou, etc. fueron construidos durante la Dinastía Qing. Ubicados sobre la montaña, forman un jardín y un monasterio que hacen que merezca la pena la subida. También hay unas vistas increíbles y algún lugar más extraño, como este que veis relleno de estatuas de lo que parecen monjes budistas. Hay decenas y decenas.
Vuelta a empezar
Decía antes que la aventura no hacía más que empezar porque, de verdad, era el inicio. Cuando compramos las entradas, vimos que en su mapa dibujado había un símbolo de puerto también junto al Templo de Wuyou. Entonces, le preguntamos a la señora que nos atendió si podíamos hacer la ida a pie y volver en barco. Nos dijo que sí.
Pues buscamos y buscamos y allí no atracaba ni el tato. Siendo precavidos, le habíamos advertido a la persona que guardaba la Puerta Sur (que hay que atravesar antes de llegar a las Tumbas de Mahao) de que era posible que volviéramos a pasar de vuelta. Es decir, si en algún momento abandonáis con intención de volver a entrar para dar marcha atrás, avisadles por si acaso.
Entonces, tras dejar atrás el Templo de Wuyou e intentar algún camino y preguntar inútilmente, retomamos la ruta a la inversa. Demoledor. Pero, después de mucho tiempo y de pagar, ya prácticamente al final, para que un hombre mayor nos llevara en un coche tirado por su bicicleta, llegamos a donde pretendíamos. El barco.
El Buda de Leshan visto desde un barco
El Buda se puede ver de distintas maneras: desde arriba del acantilado, bajando las escaleras para poder llegar hasta sus pies y tocarlos, o desde un barco frente a él, con una espectacular imagen panorámica de su tamaño. Cuando llegamos, «se habían agotado las entradas» para los barcos, pero había un hombre que las revendía justo enfrente de la taquilla. No sé si es que había habido algún problema o que hacían parones de ventas, pero unos minutos después vi que la taquilla volvía a vender. La cuestión es que se las compramos al señor y al rato (buen rato de cola) ya estábamos admirando las vistas contra el aire y el río.
Sin duda, ver aparecer de golpe la enorme estatua del Buda se ha convertido en algo inolvidable. Siempre recordaré el «oooooooooooh» colectivo de todos los que íbamos a bordo. Y el ser consciente de que se me había abierto la boca involuntariamente. Montar en ese barco no es gratis, pero vale hasta el último yuan. Pasará primero una vez por delante del Buda, recorrerá un trecho más y luego volverá a detenerse frente a él una última vez, durante un buen rato, como despedida. Verlo desaparecer, al final, es un poco triste.
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